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OPINIÓN

8 de enero de 2024

" El Efecto Milei y la ausencia festiva". Por Victor Bazán.

En medio de la aridez económica que azota a nuestro país, la cultura y la tradición se ven obligadas a ceder ante las inclementes decisiones políticas tomadas por el presidente Javier Milei y su motosierra, han sumido a Argentina en un estado de incertidumbre financiera.

El reflejo de este sombrío panorama se hace palpable en la suspensión de festivales populares, entre ellos el tradicional Festival Nacional de La Chaya de nuestra provincia. La cancelación de eventos tan arraigados en la identidad cultural de nuestra nación, como el Festival Nacional de la Chacarera y el Festival Nacional de la Salamanca de la provincia de Santiago del Estero, resuena como un lamento colectivo. La lista de festivales suspendidos sigue creciendo, dejando en evidencia la fragilidad de sectores enteros que se beneficiaban de estas celebraciones, generando un circuito virtuoso en las economías regionales. La difícil situación económica, exacerbada por las fluctuaciones diarias de los presupuestos y las decisiones políticas, impide realizar estimaciones precisas para la organización de estos eventos. Los costos, no solo vinculados al pago de artistas, sino también a diversos rubros afectados por la volatilidad del dólar, hacen que la realización de los festivales se vuelva un desafío inabordable. En La Rioja, la suspensión de la 54ª edición de la Fiesta Nacional de la Chaya deja un vacío no solo en el ámbito cultural, sino también en la economía provincial. Este evento, convertido en una poderosa herramienta de promoción económica a través del turismo y la cultura, ha sido un motor para la actividad comercial, inyectando millones de pesos en la región. La cancelación, una medida tomada ante la incertidumbre económica y las obligaciones del Estado, impacta de manera directa en la vida de los ciudadanos y ciudadanas. Aunque el gobierno local asegura su compromiso con los hacedores culturales y promete apoyar otras festividades, el impacto de la suspensión se siente en la pérdida de una tradición que contribuía al fortalecimiento de la identidad riojana. La esperanza se proyecta hacia el futuro, con la promesa de recuperar esta política pública en 2025, reconociendo el valor cultural y los beneficios que aporta al desarrollo humano, social y económico de la provincia. En medio de esta realidad, el gobierno de Ricardo Quintela demuestra sensatez al priorizar la asistencia a los ciudadanos en situación de vulnerabilidad y garantizar los salarios de los trabajadores estatales. En un momento donde la solidaridad y la empatía son más necesarias que nunca, es imperativo recordar que la situación afecta a todos, y que no hay motivo para celebrar cuando nuestros semejantes atraviesan momentos difíciles. La ausencia de festivales no solo golpea nuestros bolsillos, sino que también afecta el ánimo de nuestra gente. En tiempos donde la necesidad y la solidaridad deberían prevalecer, es fundamental alzar la voz y demandar soluciones que permitan revitalizar nuestra cultura, proteger nuestras tradiciones y apoyar a quienes, a través de la música y las celebraciones, construyen el alma de nuestra nación. Ojalá la situación mejore pronto, para el bien de nuestra cultura, nuestro folklore y el espíritu de nuestra gente. Al final, la casta éramos nosotros…

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