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26 de junio de 2022
No jugarían por nada, poco para ganar, mucho para perder ¿Valdrá la pena llevar a la Selección que irá a Qatar? ¿Tiene sentido arriesgarse a una expulsión o a una lesión?
Será difícil olvidar aquella absurda escena que vimos el 5 de septiembre del año pasado cuando Brasil y Argentina llevaban 5′ de juego. Cuatro personas de civil ingresaron al campo del Arena Corinthians y se mezclaron con los jugadores haciendo visibles ademanes para que el encuentro por las Eliminatorias se detuviera antes de ejecutarse un saque lateral. Eran funcionarios de la ANVISA (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil). Enorme fue la sorpresa de los actores y especialmente la del árbitro venezolano Jesús Valenzuela, al ver que tales personas portaban armas y mencionaban con énfasis “orden del gobierno de Brasil”. Por cierto que algunos jugadores que fueron a reclamarles para que se retiraran del campo de juego también advirtieron los revólveres sujetados por sus cinturones y cubiertos por unas chalecos identificatorias sin mangas.
Ellos tenían orden de hacer suspender el partido pues en la dinámica cambiante de las disposiciones sanitarias en pandemia, Brasil había agregado una que afectaba a cuatro jugadores argentinos. Era la que obligaba a aquellas personas procedentes del Reino Unido, India y Sudáfrica a permanecer aislados durante los 14 días siguientes al arribo a Brasil. En nuestra Selección, Emiliano Buendía, Giovani Lo Celso, Emiliano Martínez y Cristian Romero –todos jugadores de la Premier League de Inglaterra por entonces– ingresaron a San Pablo junto a toda la delegación el viernes 3 de septiembre procedentes de Caracas, ciudad en la cual Argentina había enfrentado y ganado a Venezuela por 3-1. En las fichas de ingreso que recibe Migraciones, en el casillero que pregunta “lugar de embarque”, los empleados administrativos de la AFA –de indiscutible eficiencia- pusieron Caracas-Venezuela.