En un discurso sin autocrítica, Milei se animó a compararse con Fernando De la Rúa, el expresidente que quedó marcado en la historia por el estallido social y económico del 2001. Una analogía que desató alarma en los presentes y reavivó temores sobre el rumbo del país. El mandatario aseguró que su Gobierno “sacó de la pobreza a 12 millones de argentinos y a 6 millones de la indigencia”, aunque los datos de la calle cuentan lo contrario: inflación galopante, recesión y una crisis que golpea a diario a la gente común. La promesa de que la inflación será “un mal recuerdo” recién a mediados del próximo año sonó a consuelo vacío. Como si fuera poco, insistió en avanzar con las reformas laboral y tributaria, recordando que justamente la reforma laboral terminó de dinamitar el gobierno de De la Rúa. “Cuando empezaron a torpedear a De la Rúa fue porque quiso hacer la reforma laboral. No vaya a ser que sean los mismos. No van a poder frenar el cambio”, lanzó Milei, en un intento de victimizarse y culpar a la oposición. El saldo fue contundente: empresarios preocupados, cero entusiasmo y la sensación de que, lejos de la “tierra prometida” que pregona el presidente, la Argentina revive las sombras de una historia que ya conoce demasiado bien.